Voz mecánica
(Dibujo hecho por la ganadora @NarumyNatsue en twitter. ¡Me basé en él para hacer el mini-relato!
- Para Naru
“Hace muchos años, los humanos dimos comienzo a una nueva
era neo-moderna. Todo el mundo sabe, ya sea por la palabrería de los adultos
como por los libros de historia, que esto ha significado un gran avance en la
sociedad actual gracias a las nuevas tecnologías, a cada cual más sofisticada.
Se mejoraron las máquinas, de manera que durante una
determinada cantidad de horas al día, cumplirían ciertas funciones para hacer
más cómoda la vida de nuestra raza.
A estas máquinas les brindaron cuerpos para que pudieran
moverse con libertad y así incrementar su rendimiento. Ésta fue una idea no muy
aclamada por los ciudadanos. Con tanta ciencia ficción y tantos intentos
fallidos del pasado, muchas personas de alguna manera temían –bueno, debería
incluirme – que los robots que ellos mismos creaban se les rebelaran.”
“…”
“Hasta hace relativamente poco yo pensaba lo mismo, si te
soy sincero. Mis padres nunca han sido muy aficionados a los cables ni a las
máquinas que se movían por sí solas, por eso en nuestra casa solíamos hacer las
cosas con nuestras propias manos, excepto a la hora de utilizar
electrodomésticos de hace siglos: lavadora, lavavajillas y esas cosas. Creo que
fue por eso por lo que los robots no me gustaban, ¿sabes? Aparte de lo que veía
en la televisión o en las tiendas y oficinas, no sabía mucho de ellos y les
tenía un poco de miedo.”
“…”
“Cuando volvía del instituto a casa, a veces me paraba en
una tienda a comprar queso –mis macarrones con queso son lo mejor del mundo, en
serio– y siempre me encontraba un robot con aspecto algo femenino por el cuerpo
que le habían dado.
Era el robot de vigilancia de la tienda.”
“…”
“Entiende que con una televisión por cabeza, a veces me
asustaba, pero de alguna manera se apañaba para “sonreírme”. Desde ese momento
empecé a pensar en las palabras que usaban los creadores de robots, quienes
estaban orgullosos de ellos: Son más
humanos que muchas personas.
Simplemente cumplían las funciones para las que habían sido
programados, y aun así parecían intentar interactuar con nosotros.”
“…”
“No sé, probablemente sea por el aspecto. Si tuvieran piel y
un cuerpo humano, creo que me costaría diferenciar un robot de alguien como yo.”
“…”
“En fin, cuando mis padres y yo nos mudamos a un lugar algo
más apartado de la ciudad tuve que seguir yendo al mismo instituto, pero dejé
de pasar por la tienda para que me diera tiempo de llegar a casa antes de que
oscureciera”.
“…”
“Lo admito, cuando salí de esta nueva casa te vi aquí mismo
de lejos. De hecho, te veía todos los días a la misma hora, pero como he dicho
antes, tenía un poco de miedo”.
“… ¿Un poco?”
Creo que me reí por la sorpresa que me dio por el hecho de
que me hablara. Pocas veces le he oído emitir palabra alguna. Normalmente hace
sonidos extraños cada vez que hago un gesto natural como suspirar o estornudar
–me parece que intenta imitarme, así que ya tengo más o menos controlado qué
sonido significa qué cosa – .
“Vale, bastante. Pero entiéndeme. ¿Cómo haces para llegar
tan rápido desde la ciudad hasta aquí?”
“…”
La situación en la que nos encontrábamos era curiosa. Ella
apenas hablaba, pero parecía disfrutar escuchando. Cuando salía de casa, ella
estaba siempre aquí, sentada el borde del muelle mirando al cielo hasta que el
sol desaparecía. Hubo un día que me armé de valor –mezclado con una pizca de
curiosidad – y me senté con ella a hablar, aunque pocas veces obtenía
respuesta. A partir de entonces, “charlar” juntos se ha vuelto una tradición.
Estoy seguro de que ella disfruta tanto como yo de estos momentos.
“Y pensar que entre nosotros mismos, los humanos, discutimos
por temas como la existencia de los robots o de la tecnología actual cuando
podríamos solucionarlo hablando.”
“… O armándoos de valor y con una pizca de curiosidad”.
Me reí, de nuevo, por la sorpresa. Tenía razón.
“Oye… ¿Recuerdas esa época en la que los humanos nos
llevábamos bien?”
“…
No.”
Suspiré.
“Yo tampoco”.